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Where the world comes to study the Bible

El Diario del Pastor en la Red, Ed. Esp., Edición 4, verano 2012

Un ministerio de …

Autor: Dr. Roger Pascoe, Presidente,
Email: [email protected]

Parte I. Predicar – ¿Cómo lo hacemos?
Los Fundamentos Espirituales y Bíblicos para Predicar

Hasta el momento en esta serie sobre la predicación hemos discutido:

1. Predicar: ¿Qué es?

2. Predicar: ¿Por qué lo hacemos?

3. Predicar: ¿Cuál es nuestra responsabilidad?

En esta edición vamos a explorar “Predicar: ¿Cómo lo hacemos?” Aunque todos nosotros tenemos nuestra propia personalidad y estilo al predicar, es bueno tener un ejemplo de cómo hacerlo. No podemos mejorar los ejemplos de predicación que encontramos en la Palabra de Dios. Miremos una del Antiguo Testamento y una del Nuevo (algunas de estas ideas son adaptadas de Stephen Olford, Anointed Expository Preaching, 69-71).

A. Nehemias 8:1-12

Aquí tenemos un ejemplo de predicación bíblica del Antiguo Testamento. Preste atención al enfoque de este sermón – su estructura, presentación, y respuesta.

Primero, ellos leyeron el texto de la Palabra de Dios en público. “8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente,…” (8a). Lo anterior se refiere a la lectura pública de las Escrituras antes de algo fuera dicho. Dios habla a tu audiencia a medida que lees Su Palabra desde el púlpito. Esto es probablemente uno de los aspectos más importantes de la predicación. Al leer el pasaje de las Escrituras, le demuestras a tu gente cómo leer las Escrituras – con claridad de pronunciación, con variedad de énfasis y velocidad, y con reverencia. Puede que te interese practicar un capítulo en voz alta cada día a la velocidad que se hace en el púlpito. Visualizar mentalmente tu audiencia y concentrarte en nombres, palabras y puntuación difíciles. Hable con claridad de manera que todos puedan oír las palabras y entender las ideas del pasaje.

Segundo, ellos explicaron el significado de la Palabra de Dios con claridad. “…y ponían el sentido,” (8b). El versículo 9 claramente declara que ellos le enseñaban a la gente. El “poner el sentido” es explicar lo que dice y significa el pasaje. Algunas veces las personas entienden las palabras que hay en la página (lo que dice), pero no entienden lo que significa. Para explicar la Palabra con claridad primero debemos interpretarla con exactitud. La anterior se lleva a cabo en nuestro estudio personal de la Palabra y en la preparación del mensaje. La interpretación con exactitud conlleva “ … que usa bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15). Usar bien la Palabra de Dios significa que tenemos que entender las palabras, la gramática, y el contexto del pasaje. Alguien ha dicho que “un texto tomado fuera de contexto es un pretexto.” El contenido hace una gran diferencia a la hora de entender lo que el autor original quería comunicar a su audiencia original. El contexto incluye el contexto histórico, gramatical, literario, teológico y sintáctico.

Solo cuando lo entendemos nosotros mismos, lo podremos explicar con claridad a otros. Luego, para que nuestra explicación de la Palabra sea clara, tenemos que usar un lenguaje y hablar en un nivel que la audiencia entienda. Es ahí cuando tiene lugar la comunicación. Muchos oyentes no saben lo que significan algunas palabras de la Biblia. No tenemos la autoridad de cambiar las palabras – nuestro trabajo es explicar lo que significan en su contexto.

Nuestra tarea principal al predicar es explicar el significado de la Palabra de Dios, de manera tal que las personas la entiendan. Recuerda mi definición de predicación bíblica: “La predicación bíblica es la proclamación de la Palabra de Dios, y el objetivo de ello es generar una respuesta de transformación espiritual en los oyentes, al (a) interpretar su significado con exactitud, (b) explicar su verdad claramente, (c) declarar con autoridad su mensaje en el poder del Espíritu Santo, y (d) aplicar de manera práctica su significancia para la vida contemporánea.”

Al seguir este patrón, exponemos la Palabra de Dios para que la personas puedan ver su verdad y escuchar a Dios hablando.

Tercero, ellos aplicaron el sentido de la Palabra de Dios. “y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.” (8c). Esto es aplicar las Escrituras (cf. vv. 10-12). Ellos le ponían el sentido lo cual les ayudaba a “que entendiesen la lectura.” Aquí, “entender” implica su relevancia para la vida, su aplicación en la vida.

Por último, ellos hicieron un llamado a responder a la Palabra de Dios. “10 Luego les dijo: Id, … Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.” (10-12). El fresco entendimiento de la Palaba de Dios demanda una nueva manera de vivir. Si nuestro comportamiento, actitudes, creencias, y obras no cambian, entonces fue que o no entendimos o que estamos siendo desobedientes a lo que sabemos. El entendimiento debe producir obediencia a las cosas de Dios. Para que eso suceda, el predicador tiene que aplicar el sentido que tiene la verdad para la vida de los oyentes, mostrarles cómo es vivir la verdad. Y parte de la aplicación es el llamado a una respuesta práctica a la verdad.

En la aplicación es donde mostramos cómo el texto es relevante para la vida de los oyentes. A menos que lo hagamos, no podremos esperar que respondan, no podemos esperar que sus vidas sean transformadas por la Palabra por medio del Espíritu. La predicación solo logra su objetivo cuando cambia el carácter y la conducta de las personas.

B. Lucas 24:25-35

Aquí tenemos un buen ejemplo del modelo de predicación de Jesús. Él “les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (27). Jesús era un predicador (expositor) bíblico. Él aprovechó cualquier oportunidad para exponer las Escrituras – Él predicó “a tiempo y a destiempo” (2 Tim. 4:2). Así como Jesús, sea que nuestra audiencia sea pequeña o grande, formal o informal, nuestro manejo de la Palabra debe ser expositivo si queremos que sea bíblico. En otras palabras, si queremos que sea verdaderamente escritural tiene que derivarse de una exposición y exégesis sólida.

Notemos que, en este pasaje, el modelo de la predicación de Jesús es seguido por su efecto.

1. El modelo de predicación de Jesús. Cuando Jesús predicó, él se refirió a el texto de las Escrituras. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (27a). por supuesto que “todas las Escrituras” se refiere a la Ley, los Salmos, los Hagiógrafos, y los Profetas. Como predicadores, tenemos que predicar todo el consejo de Dios. Entonces, no prediques solo tus libros o pasajes favoritos, sino el alcance completo de las Escrituras – “toda las Escrituras.

Después, Jesús explicó el significado de las Escrituras. les declaraba …” (27b). La palabra traducida como “declaraba” viene de dos palabras griegas: (1) “a través” (o “por”); y (2) “interpretación” (literalmente, “hermenéutica”). Entonces, Jesús les aclaró las Escrituras al interpretar con cuidado su significado. Esta es una tarea muy importante de los predicadores – entender lo que quiso decir el autor original y luego explicarlo con claridad a su congregación de modo que ellos puedan verlo y entenderlo.

Parte de explicar lo que significa las Escrituras y hacérselos claro es usar ilustraciones (tal como lo hizo Jesús) de diferentes áreas y ámbitos de vida.

La Explicación es probablemente el único factor que se hace menos y peor en la predicación contemporánea – probablemente porque es difícil y requiere un trabajo duro. Pero es el aspecto más importante de la predicación por varios factores: (a) porque nuestra tarea es hacer claro lo que para nuestra gente no resulta claro por sí mismos, y (b) porque si no explica debidamente el significado, ¿cómo puede esperar que las personas lo obedezcan? En otras palabras, ellos tienen que saber el “qué” antes de que puedan responder a el “cómo.” Así pues, la explicación viene antes de la aplicación.

Tercero, Jesús expuso el asunto de las Escrituras. “…lo que de él decían.” ( 27c). Él les mostró que las Escrituras testificaba de Él (cf. Jn.5 :39). Él es el tema de toda las Escrituras. Nosotros, como predicadores, tenemos que ver a Cristo en todas las Escrituras y apuntar las personas hacia Él. Fallamos en nuestra tarea de predicadores expositores si Jesús no es el tema de todas nuestras prédicas. Predicamos “a Cristo y a este crucificado” para que Él pueda “conformarnos a la imagen del Hijo de Dios” (Rom 8:29, véase también 2 Tim. 3:16-17, 2 Cor. 3:18, Col. 1:28)

Luego, Jesús aplicó la importancia personal de las Escrituras - “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (25). Esto fue una aplicación directa a ellos. Jesús los estaba desafiando por su falta de fe en Él y en las Escrituras que hablaban de Él. Ellos necesitaban su exhortación aquí para despertarlos y así supieran quién era Él.

Aplicadas correctamente, las Escrituras siempre ministran productiva y personalmente. Toda verdad tiene una aplicación para la vida: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.” (Jn. 7:17). La negativa a obedecer a la verdad anula todo el propósito de la predicación.

El predicador expositivo tiene que relacionar la aplicación de las Escrituras de tal forma que su relevancia para nuestro carácter y conducta sea tanto indiscutible como irresistible (ver Rom. 6:17, Santiago 1:22-25).

Por último, Jesús reveló la verdad central de las Escrituras “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? (26). Jesús les mostró que el plan de redención de Dios requería que Él sufriera antes de entrar en su gloria. Si estas dos personas a las que Jesús les estaba hablando hubieran entendido las Escrituras con claridad y precisión, hubieran sabido que la crucifixión de Jesús era un precursor necesario para su resurrección y glorificación. Su muerte no tendría por que haber causado que se fueran de Jerusalén desesperados, pensando que todo había terminado, sino que hubiera causado que ellos esperaran y buscaran su resurrección y ascensión.

2. El efecto de la predicación de Jesús (adaptado de Olford, Preaching the Word of God, 45ff.). La predicación de Jesús generaba una respuesta inmediata en sus oyentes. Primero, la predicación de las Escrituras les calentó sus corazones. “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? (32). “corazón” aquí está en singular. Sus corazones se fundieron en uno bajo el ardiente poder de las palabras de Jesús. Esta es la respuesta que esperamos suceda en nuestras congregaciones, ¿verdad? Los corazones han de fundirse bajo la predicación de la Palabra.

Segundo, la predicación de las Escrituras bendijo su hogar. “28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.’” (28-30). A través de la predicación de las Escrituras, Jesús “transformó ese hogar en un santuario y la cena en un sacramento” (Olford, 46). El resultado fue que el hogar de los discípulos fue cambiado instantáneamente. Este debería ser nuestro objetivo al predicar la Palabra – que los corazones sean calentados y los hogares bendecidos de forma que nunca sean los mismos.

Tercero, la exposición de las Escrituras develó sus mentes. “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista.” (31). Eso es lo que la predicación bíblica hace. Abre los ojos espirituales de las personas a la verdad de quién es Jesús.

Cuarto, la exposición de las Escrituras levantó sus esperanzas. “Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.” (33-35). Antes de escuchar a Jesús exponiendo las Escrituras sus esperanzas estaban frustradas. Pero después, sus esperanzas volvieron a la vida porque Jesús estaba vivo. Jesús estaba vivo físicamente, pero Él también cobró vida para ellos espiritualmente. Ellos entendieron su presencia viva (34), su paz viva (36), y su poder vivo (49).

3. Conclusiones. Además de estos dos ejemplos de predicación bíblica, podemos destacar los ejemplos de los apóstoles:

a) Pedro (Hechos 2:14-36). Exposición de Joel y Salmos.

b) Esteban (Hechos 7). Exposición de partes históricas de Génesis y Éxodo. Esta es la mejor exposición de Génesis 1 en la Biblia.

c) Felipe (Hechos 8:26-35). “Comenzando desde esta escritura, le anunció (Felipe) el evangelio de Jesús,” (35) – exposición de Isaías 53.

d) Pablo (Hechos 17:1-3; 28:23). Él debatió con ellos sobre las Escrituras concernientes a Cristo.

Entonces, podemos concluir que la predicación bíblica es una predicación expositiva -i.e. una predicación que expone la Palabra de Dios de manera que las personas puedan entenderla y obedecerla. La predicación Bíblica en su forma básica es predicar las Escrituras de tal manera que la santa e inalterable Palabra de Dios forme la base en detalle de cada parte del sermón. El título, los puntos principales y los subtemas todo viene del texto. Tal predicación lleva a las personas a las Escrituras, y su aplicación a sus vidas se vuelve clara desde ellas.

Este modelo está basado en el predicador siendo simplemente el portavoz de lo que dicen y significan las Escrituras, dejando que Dios hable a través de su Palabra, lo cual es nuestra única autoridad para predicar. Como lo dijo una vez el Dr. Olford, el clamor de estos tiempos es la necesidad por el regreso a una predicación expositiva de la Palabra de Dios. La iglesia solo puede crecer, prosperar, y servir cuando es instruida e inspirada por la exposición y aplicación de las Escrituras. La tarea de la predicación bíblica es dejar que la Palabra de Dios hable, sacar del texto lo que haya en él y exponerlo para que todos lo vean y respondan a ello.

La palabra de Dios es el único, verdadero y duradero recurso de esperanza para el desesperanzado (Efe. 2:12). Solo ella puede transformar la vida de las personas cuando la entienden y la obedecen. La predicación es la manera como Dos ha escogido comunicar su palabra y los predicadores son los instrumentos que Dios ha escogido para llevar esto a cabo, semana tras semana, por medio del poder del Espíritu Santo.

Parte II. Liderazgo: Ser un Modelo A Seguir Devoto,
“Ser de Ejemplo Personal en Pensamiento, Palabra, y Hechos”

Estamos estudiando lo que significa mostrar a otros un carácter devoto, cómo guiar a otros a través de nuestro propio ejemplo. En ediciones anteriores de este diario hemos mirado cómo ser un ejemplo de compromiso, consistencia, confianza, consagración, compasión, y competencia. En esta edición examinaremos lo que significa ser un ejemplo en conducta y conversación.

Voy a tratar con mayor detalle con nuestra conducta y conversación cuando lleguemos al tema de “santidad.” Pero, permítanme hacer aquí algunas observaciones.

A. Ser un ejemplo en Conducta

Luego de alentar a Timoteo a que “ninguno tenga en poco tu juventud” – en una cultura donde los hombres mayores eran venerados y los hombres jóvenes (especialmente en los asuntos a ver con el liderazgo de la iglesia) era vistos con menosprecio – Pablo escribe, “sino sé ejemplo de los creyentes en …, conducta,” amor, espíritu, fe y pureza. (1 Tim. 4:12).

La forma en que Timoteo se debía guardar de ser menospreciado por su edad es siendo “…un ejemplo… en conducta”. Lo que Pablo dijo es, “No dejes que te menosprecien por ser joven (después de todo tú eres mi delegado apostólico y te he dado la autoridad de mandar y enseñar estas cosas). En vez de eso, actúa de tal manera que no solo no te menosprecien, ¡sino que de hecho to miren con respeto!”

Entonces, ¿qué tipo de conducta, piensas, generaría este tipo de respeto de otros quienes se verían tentados de otro modo a despreciarte? Claramente, es una conducta “piadosa”. Una conducta que produzca que la gente reconozca que Dios está trabajando en tu vida.

Al escribirle a Tito, Pablo dice, “presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras;” (Tit. 2:7-10). Las buenas obras en el contexto de las responsabilidades de Tito dentro de la comunidad de creyentes incluyen integridad de doctrina (enseñanzas sanas), reverencia (conducta sana), palabras en las que nadie pueda hallar faltas (discurso sano), obediencia a los maestros, agradable en todo, no siendo respondón, no robando, sino mostrando fidelidad, para que los que siguen su modelo “en todo, adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.

Eso es lo que necesitamos modelar como líderes cristianos – conducta piadosa, buenas obras que motiven a otros a glorificar a Dios en palabra y obras.

Referente a la propia conducta de Pablo él le dijo a los Tesalonicenses, “ni buscamos gloria de los hombres;.. Antes fuimos tiernos entre vosotros,... trabajando de noche y de día,” (1 Tes. 2:1-12). Su conducta entre ellos fue un modelo de un hombre de Dios – de alguien que otros querrían imitar.

B. Se Un Ejemplo En Conversación

“sé ejemplo de los creyentes en palabra (1 Tim. 4:12). “presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, 8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.” (Tit. 2:7-8).

Cuidado con las conversaciones comprometedoras o pecaminosas – p.ej. chismes, calumnias, mentiras, engaño, inferencias, insinuaciones, seducción, murmuración, queja, alardes, exageraciones, bromas pesadas (cf. Efe.4:25, 29, 31; 5:4; Col. 3:8-9; 4:6; Mat. 15:11, 17-20). Puedes ser arrastrado a este tipo de conversaciones muy fácilmente antes de que te des cuenta.

El chisme, la calumnia, el chismorreo etc., son muy comunes entre los cristianos. Ello indica un estado pobre de espiritualidad – de alguien que no anda con Dios, que no muestra la ternura y gracia de Cristo.

Este tipo de conversaciones generalmente surge por asuntos de poder o baja auto estima – las personas usan este tipo de cosas ofensivas sobre otros para elevarse ellos mismos. Asegurémonos de ser humildes y amables en nuestras conversaciones con y acerca de otros.

Cuidado con las bromas. Cuando alguien comienza a contar un chiste, yo me encojo por dentro. A veces, aún con cristianos, les he dicho que no lo quiero oír. No te dejes atrapar en charlatanería – eso lleva a la necedad (Efe. 5:4). Además, los chistes pueden ser malinterpretados, y a medida lo son, para que signifiquen otra cosa que tú no quisiste decir, en cuyo caso podrían ofender a las personas.

Joseph Stowell dice: “si violamos la integridad por medio de nuestras palabras en momentos más casuales e informales, entonces estaremos minando la capacidad de nuestras palabras de cargar el peso apropiado cuando hablemos en nombre de Dios” (Joseph Stowell, Shepherding the Church, 154).

Parte III. Pensamientos Devocionales
“Ministerio Auténtico: ¿Qué es?” (2 Cor. 4:1-6)

Pablo había sido objeto de muchas acusaciones falsas tanto de los “falsos apóstoles” 2 Cor. 11:13) como de los cristianos de Corinto. Los falsos apóstoles lo habían acusado de se inconsistente, falto de autoridad, de ser débil en presencia y discurso, y de esconderse detrás de poderosas cartas en vez de confrontarlos cara a cara (2 Cor. 10:10ss.). los Corintos lo habían acusado de no ser confiable, al decir que iba a visitarlos, pero no lo hizo (cf. 2 Cor. 1:15-20). Irónicamente, los falsos apóstoles estaban acusando a Pablo de ser falso.

Esta segunda epístola a los Corintos es en verdad una apologética personal. Su defensa propia y la de su ministerio. En este pasaje (2 Cor. 4:1-6), Pablo presenta las marcas de un ministro verdadero.

A. Un Ministro Verdadero Tiene Un Corazón Valiente (4:1).

“teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.” “Este ministerio” es el ministerio del nuevo pacto (3:6-18), el ministerio del Espíritu (3:6,8), el ministerio de la justificación (3:9), el ministerio de gloria (3:8), este tipo de ministerio anima (3:12) y nos alienta (4:1).

La base sobre la cual tenemos este ministerio es que “hemos recibido misericordia” (cf. Efe. 2:4, 7), no por algún mérito o habilidad propia, sino porque hemos nacido de nuevo. -i.e. “recibimos misericordia” (cf. 1 Tim. 1:12-17). Porque debido a toda la gracia de Dios no hay lugar en el ministerio para la autoaprobación, ni la autocomprobación. No es nuestro ministerio, es de Dios y el nos lo ha confiado sobre la misma base sobre la que hemos recibido su misericordia, su salvación.

Saber que nuestro ministerio está enraizado en la gracia de Dios nos llena de valor. Por el que nos otorgó su gracia en la salvación continuaremos haciendo nuestro ministerio. “por lo tanto no desmayamos.” Aunque enfrentamos los mismos obstáculos que enfrentó Pablo (i.e. físicos, espirituales, sociales etc.), aún así debido a la misericordia de Dios, no desmayamos (cf. 1 Cor. 15:58) – es decir, tenemos valor.

B. Un Ministro Verdadero Practica la Transparencia (4:2).

1. Los ministros verdaderos renuncian al secretismo y al engaño. Aquellos que han recibido misericordia “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso (o, deshonestidad)." Rechazan las prácticas de los ministros falsos. El evangelio cambia todo – nuestros motivos y métodos. Renunciamos a las costumbres viejas asociadas con el hombre viejo y practicadas por los falsos maestros – Aquellos que no han recibido la misericordia.

Los ministros verdaderos no practican en secreto cosas que serían vergonzosas si se supieran por otros – sean estas cosas motivos, pensamientos, deseos, hábitos, lujurias – especialmente aquellos que apelan a los sentidos (sensuales) (cf. 2:17). Esto es lo que está haciendo tropezar a tantos ministros hoy en día – particularmente la pornografía, lo cual es las dos cosas, secreta y vergonzosa.

Los ministros auténticos no “andan con picardía.” No tratan falsamente con otros – sin engaños. Ese estilo de vida es característico de los que una vez fueron “hijos de desobediencia” (cf. Efe. 2.1-3). Pero ya no más. Cualquier cosa que se huela a astucia toma su carácter de Satanás (Gen. 3:1, Jn. 8:44). Por lo tanto, aquellos que practican la astucia en sus ministerios (i.e. no son transparentes) son ministros de Satanás (2 Cor. 11:13-15), no de Dios.

Los ministros verdaderos no andan “adulterando la palabra de Dios.” Ellos no malinterpretan la verdad del evangelio. Ellos no usan las Escrituras incorrectamente o para sus propios propósitos.

2. Los ministros verdaderos manifiestan sinceridad y honradez. Los ministros verdaderos son exactamente lo opuesto de los falsos ministros en carácter y práctica. Ellos no practican el secretismo y el engaño, sino que son sinceros y honrados.

Ellos “manifiestan la verdad” en palabra y conducta, y así ello es manifiesto a toda conciencia humana. Otros intuitivamente los reconocen como verdaderos, transparentes. Sus acciones y palabras hablan bien de sí mismos al discernimiento de otros.

Los ministros verdaderos actúan “delante de Dios.” Esa es la esfera en la que todo está abierto y desnudo, nada está escondido o en secreto. Este es un estándar mayor de escrutinio que la conciencia humana o la inspección. Cada ministro del evangelio es responsable ante Dios. Este es el examen final: ¿A quién servimos? ¿Eres consciente de servir a Dios, de su inspección y aprobación a tu ministerio? ¿Estás caminando en la luz y no tienes miedo de lo que pueda salir a la luz? (Jn. 3:19-20).

C. Un Ministro Verdadero Declara El Evangelio (4:3-4).

El evangelio está encubierto a aquellos que están pereciendo. Aunque se predica abiertamente, su verdad está encubierta a aquellos cuyas mentes están cegadas por el “dios de este siglo.” El ministerio del evangelio, el cual es glorioso y vivificante (3:6-11), ciertamente, no tiene efecto en aquellos que no creen. Esto no es admitir que el evangelio es ineficaz sino admitir la efectividad del engaño de Satanás en aquellos que no creen. Sus mentes están entenebrecidas (cf. 3:13-18) por el engaño de Satanás de manera que la luz del evangelio de la gloria de Cristo no puede brillar en ellos – para que no puedan ver y creer en el ÚNICO que es la “imagen de Dios” (cf. Heb. 1:3).

Esto es por lo que Satanás “ha cegado sus mentes” – él no quiere que ellos vislumbren la representación exacta de Dios en Cristo, porque si lo hiciera los perdería. No hay nada impotente o inefectivo en el evangelio. El problema es con las mentes de los oyentes, no con el mensaje. Éste es glorioso, pero ellos están engañados. Es abierto, pero está encubierto para ellos.

Así que, el evangelio está “encubierto” (oculto, obstruido, atenuado) a aquellos que están “pereciendo” (quienes voluntariamente lo rechazan), y tras su incredulidad se encuentra el engaño de Satanás, quien es el padre de la mentira. Satanás no tiene influencia en la era venidera, pero en esta era a él se le permite una medida de influencia, una influencia que él ha usurpado y que es solo temporal.

Satanás es el “dios de este siglo” – ante quien la mayoría de esta era se somete, aquel cuyo carácter está estampado en esta era (engaño, rebelión, sensualidad), aquel que engaña a la humanidad para que se arrodillen ante él en vez de hacerlo ante Dios.

D. Un Ministro Verdadero Sirve “En el Nombre de Jesús” (4:5-6).

No se trata de nosotros (5). “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor,.” A Él es a quien servimos y a él es a quien predicamos – a “Jesucristo como Señor,” Somos sus siervos que proclamamos un mensaje sobre Él, no sobre nosotros. Si fuera sobre nosotros, podríamos entender por qué algunos no creerían a nuestro mensaje, pero es sobre Él:

  • Cristo – el ungido (“predicamos a Cristo y a este crucificado”)
  • Jesús – el Salvador
  • El Señor – El Amo, el ÚNICO supremo, Soberano

Solo hay un Señor, un Maestro y no somos nosotros. No somos jefes, ni señores sobre el rebaño (1 Ped. 5:3). Somos sus ministros – “sus siervos por amor a Jesús.” Somos ministros que servimos al pueblo de Dios “por amor a Jesús.” Por eso hacemos lo que hacemos.

Así como Jesús se volvió un siervo (Fil. 2:7) así también nosotros nos hacemos siervos del pueblo de Dios por amor a Jesús. Ministros que hacen a sí mismos famosos y cuyo ministerio es más sobre ellos que sobre el mensaje, más sobre el vaso que sobre el tesoro, no son ministros verdaderos por amor a Jesús.

No se trata de nosotros: se trata de Dios (6), el ÚNICO que, en la creación, “mandó a que de las tinieblas brillara la luz” (6). Y Él ha hecho brillar su luz spiritual in nuestros corazones para iluminar nuestro entendimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Jesucristo. No podemos llevar la salvación, solo Dios puede. Solo el Dios de la creación es el Dios de la redención (nueva creación). La luz del mundo es Jesús – el que creó la luz se volvió luz. Esto estaba muy vívido en la memoria de Pablo, cuando la luz de Dios lo envolvió en el camino a Damasco y llenó su alma con la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Solo el rostro de Cristo pudo adecuadamente, correctamente, y completamente manifestar la gloria de Dios de tal forma que la pudiéramos entender.

Dios mandó a que brillara la luz “saliendo” de la oscuridad, y a través del evangelio él ha transmitido “dentro” de nuestros corazones la luz del conocimiento de su gloria encarnada en el rostro humano de Jesús (Jn. 1:14). Así como en su obra de la creación, Dios mandó a que la luz brillara saliendo de la oscuridad, así mismo en su obra de redención él mandó a que la Luz brillara en la oscuridad de la condición humana para que pudiéramos conocerle.

La fuente de la verdad absoluta (sobre quién somos, quién es Dios etc.) solo proviene de Dios. “Yo soy… la verdad”, dijo Jesús. Él es la final y total revelación de Dios. De ahí que, es en su “rostro” (su persona, su identificación) que llegamos a conocer a nuestro glorioso Dios.

Parte IV. Boceto del Sermón

Preparar un sermón es un trabajo duro. Quizá uno de los aspectos más difíciles de la preparación de un sermón es descubrir la estructura del pasaje. Primero, necesitamos identificar el asunto - ¿de qué está hablando el autor? Una vez hayas identificado el asunto del pasaje, la siguiente tarea es descubrir lo que dice el autor sobre el asunto – ¿qué señalamientos hace sobre el asunto? Por supuesto, todos los puntos sobre los que escribe estarán conectados con el asunto (eso es lo que le da unidad a un sermón) y, aun así, cada aspecto del asunto es diferente del anterior y del siguiente (eso es lo que le da secuencia al sermón, su flujo de pensamiento). Generalmente, en un pasaje de las Escrituras, el autor desarrolla dos o tres, quizá cuatro, puntos sobre el asunto. A menos que los identifiques con precisión no podrás preparar efectivamente tu sermón.

Una vez hayas identificado el asunto y los puntos que el autor desarrolla sobre el asunto, ahora tienes la estructura del pasaje, la cual, por supuesto, forma el boceto de tu sermón.

Este proceso aplica para cualquier forma de comunicación. Para poder comunicarnos coherentemente, todo tiene que conectarse con el mismo asunto. Y para comunicarnos con lógica, cada punto tiene que ser una progresión en el desarrollo del asunto.

En cada edición del el Diario ONLINE del Pastor, les he entregado bocetos de sermones para que puedan ver cómo los he desarrollado desde un pasaje. Estos bocetos de sermón provienen de una serie de predicaciones que he realizado sobre el evangelio de Juan.

Boceto de sermón #7, la sanación del hombre ciego, Pt. 2 continuación (Juan 9:24-34).

Asunto: Jesús es el Enviado por Dios

Punto #1, 2, 3 – ver la edición de primavera de 2012 (NPJ 3)

Punto #4: La Hostilidad de los Líderes Religiosos (24-34)

1. Hostilidad basada en su compromiso con Dios (24-25)

2. Hostilidad basada en su compromiso con Moisés (26-34)

Boceto de Sermón #8, la sanación del hombre ciego, Pt. 3 (Juan 9:35-41).

Asunto: Jesús es el Único Enviado de Dios

Punto #1: Jesús vino al mundo para salvar (35-38)

1. Él vino al mundo para salvar a quienes “creen” en Él (35-36)

2. Él vino al mundo para salvar a quienes “lo ven” a Él (37-38)

Punto #2: Jesús vino al mundo para separar (39-41)

1. Él vino al mundo para dar vista spiritual a los creyentes (39b)

2. Él vino al mundo para dar vista spiritual a los no creyentes (39c-41)

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