MENU

Where the world comes to study the Bible

El Diario del Pastor en la Red, Ed. Esp., Edición 7, primavera 2013

Un ministerio de…

C:\Users\Roger\Documents\My Documents\Institute for Biblical Preaching\Forms, Binder Cover Page, Logo\IBP Logos\IBP Logo.jpg

Autor: Dr. Roger Pascoe, presidente,
Email: [email protected]

I. Predicando: La Preparación Del Predicador
“El Predicador y los Obras de Dios,” Pt. 1

Para tener credibilidad y autoridad, los líderes de la iglesia deben ser hombres y mujeres piadosos. En particular, los predicadores tienen que ser hombres de Dios para estar bíblicamente calificados para predicar. ¿Qué significa ser un hombre o una mujer de Dios? ¿Cómo te preparas para ser un hombre de Dios?

Estoy en deuda con mi mentor, colega en el ministerio, y amigo, Dr. Stephen Olfrod por hacer que el tema de hoy sea tan real, vital, relevante, y poderoso para mí. Esta es un área en la que él tuvo un profundo impacto en mi vida. Estoy en deuda con él por los materiales que he obtenido de sus obras, conferencias, sermones, conversaciones personales, y su propio ejemplo, el cual he tratado de inculcar en mis propios pensamientos y prácticas, y algunos de ellos los he incorporado hoy en este artículo.

El mismísimo término “hombre de Dios” nos recuerda nuestro llamado y responsabilidad e identidad – le pertenecemos a Dios y le servimos. El hombre de Dios está preparado y equipado por y a través de las Escrituras (2 Tim. 3:16-17), Escrituras que hemos sido llamados y dotados para proclamar. Entonces, ¿Cuáles son las cualidades o características de un hombre de Dios y cómo un hombre de Dios se prepara para la obra de Dios? Eso es lo que queremos tartar de responder en este artículo.

En 1 Timoteo 4:16, el apóstol Pablo escribe, “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;” Note que Pablo enfatiza primero a la persona (“Ten cuidado de ti mismo) y luego el mensaje (“…y de la doctrina).” Él repite ese mandato una vez más en 2 Timoteo 2:15, primero la persona (“Procura con diligencia presentarte ante Dios aprobado,”) y luego el mensaje (“que usa bien la palabra de verdad.”). De esta manera, para Pablo el orden de preparación es primero, la preparación del predicador, el líder de la iglesia, y segundo, la preparación del mensaje. Pablo pone la preparación de la persona antes de la preparación del mensaje porque, como lo pone el Dr. Stephen Olford, “la rectitud moral y espiritual es un requisito indispensable para la ortodoxia doctrinal.” (Stephen F. Olford, “Anointed Expository Preaching,” 53-54). Entonces, antes de poder predicar la doctrina correcta uno debe de ser recto en sí mismo.

El “ser diligente” significa hacer lo posible – “haz lo posible para presentarte a y ante Dios como quien ha sido probado y hallado verdadero” (2 Tim. 2:15). Pablo estaba instando a Timoteo, como joven predicador y líder de la iglesia, a usar todo esfuerzo (para ser diligente, para prestar atención) a presentarse a Dios como metal que ha sido probado y marcado como “aprobado.”

Claramente la diligencia y el esfuerzo demandado en esta exhortación son necesarios porque esto es algo que no se presenta fácilmente o naturalmente, ni puede tomarse a la ligera (cf. 1 Pe. 1:7, donde la misma expresión es usada en conexión con la autenticidad de la fe – “probada en el fuego”). Se diligente, como un soldado, atleta, y labrador (2 Tim. 2:3-6), en tu presentación ante Dios “como uno que es probado y verdadero” (William D. Mounce, “Pastoral Epistles” en Word Biblical Commentary, 521).

El predicador y líder de la iglesia tiene que, primero que todo, ser un “hombre de Dios (1 Tim. 6:11). En el Antiguo Testamento este término era usado para describir a aquellos que ocupaban un cargo divino. Moisés (Dt. 33:1), David (2 Crón. 8:14), Elías (2 Rey. 1:9), y los profetas (1 Sam. 2:27) eran hombres de Dios. La preparación personal debe ser una disciplina diaria en la vida de cualquiera que quiera ser un hombre o mujer de Dios, en particular de los predicadores y líderes de la iglesia, para que estén preparados, equipados, y calificados para la obra de Dios.

La preparación personal comienza con un tiempo quieto diario con Dios. Uno no puede mantener la pureza moral y el poder sin apartar un tiempo para la preparación de su alma (cf. Is. 50:4-9). Un tiempo devocional diario con Dios es el verdadero barómetro de salud espiritual y de santidad. Si somos disciplinados y diligentes sobre nuestro bienestar espiritual, Dios nos aprobará como aquellos que son tratados y verdaderos, probados y aprobados. Esta preparación espiritual abarca cuatro áreas principales:

1. Guardar tu vida moral.

2. Dirigir tu vida del hogar.

3. Nutrir tu vida interior.

4. Disciplinar tu vida ministerial.

En esta edición, comenzamos a mirar lo que significa…

A. Guardar Tu Vida Moral

La responsabilidad moral de un hombre o mujer de Dios está claramente delineada por el apóstol Pablo en tres áreas…

1. Tenemos que huir de las trampas del pecado. “Huye también (rehúye) de las pasiones juveniles; y sigue (persigue) la justicia” (2 Tim. 2:22).

2. Tenemos que seguir las virtudes divinas. “Huye de estas cosas – como el liberalismo (1 Tim. 6:3-5) y el materialismo (1 Tim. 6:6-10) - y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” (1 Tim. 6:11).

3. Tenemos que luchar batallas espirituales. “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna” (1 Tim. 6:12).

En esta edición (DPR 7) y en la siguiente (DPR 8) de este Diario del Pastor en la Red, miraremos esas áreas una a la vez…

1. Un líder piadoso tiene que huir de las trampas del pecado: Estas pueden destruir tu ministerio. “Huye” tiene el sentido de “corre por tu vida, no mires atrás, escapa a cualquier precio” – así como se le dijo a la esposa de Lot que escapara de Sodoma, per tristemente ella falló en hacerlo. ¿Qué son esas trampas del pecado de las que tenemos huir?

Primero, tenemos que huir de las trampas de las falsas pasiones – sexo ilegal, lujuria. 1 Corintios 6:18 dice, “huid de la fornicación” y nuestro versículo en 2 Tim. 2:22 dice, “Huye también de las pasiones juveniles.”

La inmoralidad sexual es una de las trampas pecaminosas de las que tenemos que huir. El sexo ilegal parece estar seduciendo a muchísimos hombres en el ministerio actualmente. Aunque Pablo está específicamente hablando de las pasiones sexuales aquí en 2 Timothy 2:22, no obstante, es con seguridad una de esas tentaciones y lazos que se cuelan en la vida de muchísimos hombres en el ministerio.

Alguien podría decir: “Bien, eso fue escrito para un pastor joven. Puedo ver como los pastores jóvenes necesitan seguir el consejo de Pablo. Pero you soy más viejo. Tengo más experiencia. Mis necesidades sexuales están bajo control. Las mujeres jóvenes no están detrás de mí. Si eso es lo que piensas, es mejor que ya mismo comiences a huir de la trampa de las falsas pasiones, porque estás en peligro.

A pesar del hecho de que esto fue escrito para un pastor joven, a ninguna edad estamos libres de la tentación sexual. Entonces, “mantente huyendo” y “no proveáis para los deseos de la carne” (Rom. 13:14; cf. también 1 Jn. 2:15-17, Gal. 1:4). Probablemente es correcto decir que en ningún momento en la historia la lujuria ha sido tan permeable entre los pastores y líderes de la iglesia. La trampa de las falsas pasiones es más probable que descarrile tu ministerio ahora que lo que era en algún otro momento en la historia. Nunca la perversión sexual ha estado tan rampante y fácilmente accesible que hoy en día, en particular en la internet. Es tan insidiosa porque es muy secreta, ubicua, y altamente adictiva.

Entonces, ¿cómo evitamos esta trampa pecaminosa de las falsas pasiones? Solo podremos tratar adecuadamente con esta tentación si en el poder del Espíritu “hacéis morir las obras de la carne” (Rom. 8:13), y si hacemos lo siguiente: “despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Ef. 4:22), y si “han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gal. 5:24) y si seguimos el consejo: “andemos también por el Espíritu” (Gal. 5:25).

Lo primero entonces, tenemos que huir de la trampa pecaminosa de las falsas pasiones …

Segundo, tenemos que huir de la trampa de las falsas enseñanzas – de la verdad desequilibrada, el liberalismo. El apóstol Pablo nos advierte, que “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina,” (2 Tim. 4:3-4). Los falsos maestros siempre han existido en la iglesia. La manera de acercarse a otros para influenciarlos es generalmente una batalla de palabras, la propagación de un mensaje engañoso y falso, en vez de “palabras íntegras” – sana doctrina, el verdadero evangelio. Si te rindes a ellas, te abres a la trampa de la falsa enseñanza, al liberalismo teológico. Cuando el letargo espiritual se establece, el liberalismo subversivo toma el control.

Los falsos maestros se manifiestan de cuatro maneras …

a) Los falsos maestros predican “otro evangelio,” un mensaje corrupto.

En mi opinión, eso es lo que son el teísmo abierto y el evangelio de la prosperidad, entre otras muchas falsas doctrinas. El teísmo abierto enseña que los humanos son seres verdadera y completamente libres y, por lo tanto, Dios no puede saber completamente el futuro ya que muchos de sus eventos son afirmados sobre la libre escogencia de los humanos, la cual Dios no sabe o controla. Esta enseñanza falsa es “otro evangelio” – un evangelio diferente” (Gal. 1:6, 9). El evangelio de la prosperidad enseña que, a través del ejercicio de la fe verdadera en Cristo, uno puede lograr la libertad de la pobreza y ganar prosperidad material y financiera. Éste también es “otro evangelio,” un mensaje corrompido. Necesitamos ser conscientes del liberalismo, el cual se cuela muy calladamente y parece muy inofensivo. Asegurémonos de que el mensaje que predicamos sea puro, bueno, claro, preciso, íntegro.

b) Los falsos maestros muestran una actitud arrogante, una mentalidad engreída.

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe” (1 Tim. 6:3-4a).

El espíritu de la época en que vivimos siempre quiere algo nuevo. Alguna doctrina nueva. Alguna práctica nueva. Algunas interpretaciones nuevas. Siempre que encontremos alguna “cosa nueva” (Hch 17:21), ¡tengamos cuidado! No hay nada nuevo bajo el sol, especialmente en lo referente a cosas teológicas. A menudo estas nuevas cosas tienen raíz en el orgullo, en una mentalidad arrogante, en una actitud egoísta- “está envanecido, nada sabe.” Cuidado con el orgullo de la posición, sea esta una posición doctrinal o práctica.

c) Los falsos maestros adoptan un enfoque antagonista, una manera contenciosa.

“y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 5 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad,” (1 Tim. 6:4b-5a).

Notemos que la motivación de su comportamiento es un defectuoso carácter moral – envidia y celos, conflictos y peleas, injurias e insultos y habla malintencionada, malas sospechas, disputas y argumentos inútiles y fricción constante. Además, tienen un carácter espiritual fallido – “disputas necias de hombres (o mujeres) corruptos de entendimiento y privados de la verdad,” (6:5). Un carácter moral defectuoso y un carácter espiritual defectuoso a menudo van de la mano.

d) Los falsos maestros desean ganancias materiales, una motivación comercial.

Hay hombres y mujeres “que toman la piedad como fuente de ganancia;” (1 Tim. 6:5b). Usan el manto de la religión para ganancia personal (cf. Balaam; Judas). Ellos andan “falsificando la palabra de Dios” (2 Cor. 2:17) para hacer dinero. Tratan al ministerio como un negocio. La codicia financiera es una de esas sutiles trampas pecaminosas que atrapa el corazón de muchos hombres en el ministerio. Ellos ven el estilo de vida que tienen otras personas que tienen dinero y lo desean para sí mismos.

Apartarse de la verdad (1 Tim. 6:3-5) a menudo está acompañado por la búsqueda de materialismo, declarando que las posesiones materiales son la evidencia de la devoción, o que la devoción es recompensada con las posesiones materiales, o que la piedad es un medio para incrementar lo material. Este es un mensaje fraudulento (“otro evangelio”) que es ajeno a la verdad de la Escritura. Por el contrario, Pablo dice, “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Tim. 6:6-8).

Entonces, en contexto, Pablo está hablando sobre huir de la trampa de la codicia, específicamente, la ganancia material, aunque hay otras formas de codicia. Jesús dijo, “No podéis servir a Dios y a las riquezas. (riquezas terrenales)” (Mat. 6:24). La codicia está presente en la naturaleza humana. Después de todo, la caída fue motivada por la codicia, ¿no es cierto? – la codicia por algo que Adán y Eva percibieron que les podría dar algo que no tenían. Eso es la codicia – el deseo por algo más, porque estoy insatisfecho con lo que tengo en el momento.

El amor a las riquezas es un vicio mortal que los predicadores tienen que hacer todo lo posible por evitar. Éste puede distorsionar tu pensamiento, y motivos. Si quieres ser “un hombre de Dios,” no dejes que la prosperidad material sea tu objetivo y se convierta en un ídolo. Huye de la búsqueda de riquezas. Conténtate con lo que tienes. Necesitas vivir y pagar tus deudas, pero no adores al dinero. Depende de Dios para tu provisión – Él siempre lo hace y en maneras que no nos podemos imaginar.

Así que, primero, tenemos que huir de la trampa de las pasiones falsas. Segundo, tenemos que huir de la trampa de las enseñanzas falsas. Y tercero …

Tenemos que huir de la trampa de los valores falsos – los deseos desenfrenados, la lascivia. Las enseñanzas falsas y los valores falsos a menudo van de la mano, con frecuencia una lleva a la otra. “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas,” (1 Tim. 6:9-11).

Pablo rechaza tajantemente la noción de que la piedad produce ganancias materiales (6:5). En vez de eso, las ganancias materiales pueden arrastrar a las personas hacia un estilo de vida inmoral y desenfrenado porque el dinero les abre relaciones, conexiones, y oportunidades que antes no estaban a su alcance.

El peligro en sí mismo no es tener dinero – es el “amor” al dinero. El amor al dinero (1) le impidió al joven gobernante rico seguir a Jesús – “ Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” (Mr. 10:17-22); (2) hizo que el granjero rico se engañara a sí mismo al pensar que todo estaba bien cuando de hecho estaba a las puertas de la eternidad (Lc. 16:16-21); y (3) motivó a Ananías y a Safira a mentirle al Espíritu Santo y causó gran angustia en la iglesia (Hch 5:1-11).

La trampa pecaminosa de los valores falsos comienza con deseos equivocados (“Porque los que quieren…” v. 9a), que se convierten en obras equivocadas (“…caen en tentación y lazo,” v. 9b), y terminan en un destino equivocado (“…y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; ” v. 9b). La riqueza pueden ser una trampa porque ésta alimenta los deseos de la carne, atrae poder, atrae estatus.

Conclusión: Las trampas más sutiles y seductoras que Satanás pone a los predicadores y líderes de la iglesia son:

1. La Trampa Moral – sexo ilícito, falsas pasiones, sensualidad, insensatez moral.

2. La Trampa Teológica – verdad desequilibrada, falsas enseñanzas, liberalismo, poca ortodoxia.

3. La Trampa Material – deseos desenfrenados, valores falsos, materialismo.

La preparación personal de un predicador, entonces, comienza con: “un líder piadoso tiene que huir de las trampas pecaminosas – éstas pueden destruir tu ministerio.” En la próxima edición del Diario del Pastor en la RED, continuaremos con este tema al considerar las buenas virtudes a seguir y las batallas espirituales a pelear.

II. Liderazgo: Ser Un Buen Modelo a Seguir

En la última edición del Diario del Pastor en la RED, miramos un aspecto de la santidad personal – la pureza sexual en la conducta. En esta edición, vamos a mirar otro aspecto de la santidad personal –“La Pureza en la Conducta Ética.” Aquellos de nosotros en el liderazgo de la iglesia tenemos que…

1. Mantener el más alto estándar de integridad en la ética de negocios. Esto significa reportar tus ingresos con exactitud y completos en la declaración de impuestos. Significa tratar con honestidad y justicia a aquellos con quienes haces negocios. Significa actuar honradamente ante Dios en todas nuestras ocupaciones.

La pureza en la ética de tus negocios significa ser administradores sabios de todos los recursos que Dios nos ha dado, sea tiempo o dinero o posesiones. En lo que gastas tu dinero dice mucho de quién eres. Si lo gastas de manera frívola, probablemente eres irresponsable. Si vives dentro de lo que te puedes permitir, probablemente eres una persona bien disciplinada, responsable. Una manera de controlar tus gastos es teniendo un presupuesto. Nadie construye una torre sin primero calcular los gastos (Lc. 14:28) Un presupuesto tiene en cuenta tus ingresos comparados con tus gastos. Especifícalos con cuidado para cada mes del año. Haz provisiones para gastos inesperados. Incluye el ahorro en tu presupuesto. Y analiza periódicamente tus gastos – la cantidad que gastas y en qué gastas tu dinero.

Cuando sabes cuánto gastaste y en qué lo hiciste, esto te ayudará a aliviar la preocupación sobre el dinero – sin importar si tienes lo suficiente para cubrir hasta el próximo día de pago. Esto no descarta gastos inesperados de vez en cuando, que a menudo son los más difíciles de lidiar cuando estás con un presupuesto apretado, pero te da una idea de cómo afrontarlos. Desarrolla buenos hábitos de gasto – esto te va a evitar muchos dolores de cabeza financieros.

Y ten mucho cuidado con las deudas. No puedes evitar deber por la electricidad y otros gastos del hogar, pero puedes controlar las tarjetas de crédito y los préstamos bancarios. No tomes prestado lo que no puedes pagar.

Planea para el futuro invirtiendo cierta cantidad de dinero cada día de pago. La parábola de los talentos (Mat. 25:15-28) habla de eso. Estar ansiosos por el mañana tiene que ver con la falta de confianza en Dios. (Mat. 6:25), no con la planeación de las finanzas. La planeación financiera es bíblica y responsable. Ten un plan a largo plazo para tu dinero. Si puedes, comienza a ahorrar para la pensión cuando eres joven. Un poco de ahorro cada día de pago se transformará en mucho para cuando te jubiles. Esto es ser buen administrador.

Para el ahorro para la jubilación, asesórate de alguien con experiencia en campo de la planeación financiera, preferiblemente un cristiano que pueda identificarse con tu ética y objetivos, incluyendo dar para los necesitados. No intentes los esquemas de “hazte rico rápidamente”. Si suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es. Invertir no es lo mismo que acumular compulsivamente. No seas un tacaño. Sé generoso y sensible con otros que están en necesidad. Pero hay un equilibrio entre ser tacaño y gastar como loco, entre ahorrar para el futuro y gastar irresponsablemente.

Como parte de tu planeación financiera, deberías considerar un seguro de vida. Al hacerlo así, piensas en cuáles serían las necesidades de tu familia si tu no pudieras seguir proveyéndoles. El seguro de vida es una manera responsable de planear las necesidades de tu familia (1 Tim. 5:8). Ellos son primero en cualesquiera prioridades de gasto.

Y asegúrate de darle al Señor con alegría y de manera regular siempre que puedas (cf. 1 Cor. 16:2; 2 Cor. 9:5, 7). Puede que haya tiempos en los que no puedas dar (p.ej. si estás desempleado), pero en la medida que puedas (por el uso sabio de los recursos que Dios te ha dado) da para la obra del Señor, así sea una pequeña cantidad.

Sobre todo, confía en Dios. Él te proveerá, así como lo hace con los pájaros y flores (Mat. 6:25-29). Pero es tu responsabilidad administrar lo que él te ha dado y usarlo con sabiduría.

2. Mantén el estándar más alto de integridad en la ética de tu trabajo. La ética de trabajo del apóstol Pablo pretendía ser un ejemplo a seguir para los tesalonicenses: “Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.” (2 Tes. 3:7-9).

No seas perezoso sino diligente en tu trabajo. Haz lo que dices que vas a hacer cuando dices que lo harás. No hagas compromisos frívolos que no vas a cumplir – esto es una cuestión de credibilidad. Y asegúrate de trabajar duro, dar el día completo de trabajo por un día completo de pago – esto es una cuestión de integridad.

En tu ética de trabajo, muestra una actitud bíblica cristiana: “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.” (Efe. 6:5-9).

Una actitud bíblica cristiana es una actitud de respeto -“con temor y temblor” (6:5b). Esto no quiere decir que literalmente te encojas de miedo ante tu empleador como un perrito asustado lleno de miedo. En vez de eso, significa que los honres y respetes, siendo consciente que la fuente de la autoridad es Dios.

Es una actitud de sinceridad - “, con sencillez de vuestro corazón” (6:5c). Se íntegro en tu fidelidad, fiel a tu empleador. Deja que la integridad irradie de ti- honestidad, motivaciones puras.

También es una actitud de servicio cristiano- “, como(obedeciendo) a Cristo;” (6:5d). Esta es la perspectiva que hace tal obediencia posible. Tu obediencia a tu patrón terrenal es de hecho obediencia a Cristo. Tu trabajo se vuelve una oportunidad para trabajar para Cristo. Este es el motivo fundamental de la obediencia cristiana- obedecer a Cristo. No tiene nada que ver con la personalidad de tu jefe, o el trato que él te da. Tiene todo que ver con servir a Cristo. Los cristianos tenemos que ser los empleados más obedientes, honestos, respetuosos, fieles, comprometidos porque nosotros trabajamos (obedecemos) “como (obedeciendo) a Cristo.

Lo anterior hará tu testimonio muy creíble y poderoso. Si tu ética de trabajo es diferente de la de otros (si hablas, piensas, y actúas diferente), puedes tener un testimonio poderoso. Pero si siempre llegas tarde al trabajo y te vas temprano, haces un trabajo de mala calidad, y tomas largos descansos, entonces tu testimonio no será creíble.

Si tu empleador es un cristiano, no pienses que tienes derecho a un trato especial. Los empleadores cristianos tienen derecho a aún más respeto y obediencia porque ellos son hermanos en el Señor. Da todo lo mejor de ti sin importar quien sea tu empleador y al hacerlo así glorificas a Dios. Si no puedes tolerar tu trabajo, encuentra otra cosa, pero no holgazanees. Mientras trabajes allí, sigue trabajando como “para Cristo.” Se puntual, confiable, cooperativo.

Una ética de trabajo cristiana también significa, no procrastines sino haz las cosas que no te gustan hacer cuando sea necesario hacerlas. Haz tu trabajo con gusto, voluntariamente, no por obligación, no a regañadientes (1 Pe. 5:2). Haz tu trabajo eficientemente. Haz el mejor uso de tu tiempo, fija prioridades, y di “no” a las cosas que no sean un buen uso de tu tiempo.

III. Pensamientos Devocionales: “Confianza en el Ministerio” (2 Cor. 2:14-3:6)

Este pasaje captura la esencia del ministerio – por un lado, nuestra ineptitud y debilidad extrema, por el otro lado, nuestra confianza en Dios. El punto de este pasaje es que Dios ministra a través de aquellos cuya confianza está en él. Hasta este punto en la carta, Pablo ha contado muchas dificultades en su ministerio – su aflicción en Asia, la crítica a su integridad, el dolor por las ofensas en Corinto. Esto podría ser interpretado como un informe depresivo de su ministerio, pero ese no es el caso. Entonces, para asegurarle a sus lectores de que de hecho ese no era el caso, Pablo comienza una digresión extensa (2:14-7:4) para (1) describir como Dios siempre ha llevado a cabo un ministerio efectivo, a pesar de las dificultades (2:14 -3:6 se relaciona con 4:1-7 concerniente a este asunto; y (2) darle gloria a Dios por su bondad infalible.

El estrés de esos días no evitó que él proclamara el evangelio triunfantemente. De ahí, la explosión de alabanza solo para Dios por medio de quien tal victoria es posible en todo lugar. El tema de esta epístola es la victoria de la gracia de Dios por encima de la fragilidad humana, específicamente nuestra incompetencia para el ministerio. A pesar de las dificultades, Dios asegura la efectividad de sus siervos y nos da la victoria en nuestras tareas espirituales.

El primer principio para el ministerio que vemos en este pasaje es que…

1. Podemos estar confiados en el ministerio cuando seguimos la instrucción de Dios (2:14-16a). Podemos estar confiados en el ministerio cuando seguimos la instrucción de Dios porque su dirección siempre es exitosa (2:14a): “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús,” La imagen aquí es de esplendor de una procesión militar Romana regresando de la batalla a casa.

Un ministerio efectivo sigue al líder. Cristo es nuestro líder y nos dirige en victoria. Somos sus guerreros y disfrutamos los frutos de su triunfo. Aquellos que siguen a Cristo triunfan sobre los enemigos y los obstáculos. Jesucristo pagó la mayor batalla en la cruz y su triunfo facilita nuestro triunfo – lo compartimos con Él.

La procesión de Victoria es solo para aquellos que siguen la dirección de Cristo. Pablo recuerda cómo él ha sido infaliblemente dirigido en triunfo y cómo el sabor del conocimiento de Cristo ha sido manifestado a través de él en todo lugar.

Aquellos que siguen el triunfo de Cristo sobre sus enemigos y obstáculos, triunfan porque ellos están “en Cristo (2:14a). El creyente no tiene otra posición ante Dios. Por medio de la fe en la obra de expiación perfecta de Cristo el cristiano es justificado e incorporado a él, hecho uno con él. Es solo “en Cristo” que Dios triunfa sobre y a través de nosotros. Por medio de esta unión vital con él, participamos en su dirección victoriosa en el ministerio. “En Cristo,” Dios nos muestra al mundo como sus prisioneros, sometidos por el poder de la misericordia y la gracia.

Entonces, podemos estar confiados en el ministerio cuando seguimos la dirección de Dios porque su liderazgo siempre es exitoso. Y, podemos estar confiados en el ministerio cuando seguimos la dirección de Dios porque su palabra siempre es poderosa (2:14b-16c). Es poderosa “por medio de nosotros…en todo lugar” (2:14b). Dios obra por medio de nosotros para esparcir el olor a Cristo por todo lugar. Así como en la procesión de victoria Romana en los tiempos de Pablo soltaban fragancias dulces al quemar especias en la calle, así también Dios a través de nosotros esparce el evangelio “en todo lugar,” como una fragancia que perdura. En todo lugar que sus siervos predican su Palabra, el “conocimiento” de Cristo se esparce. Que Cristo sea conocido es el gran objetivo de predicar, ¿no es verdad?

Miremos que este ministerio es completamente de Dios. Su dirección siempre es exitosa porque nos lleva en triunfo. Y, su palabra siempre es poderosa y esparce la dulce fragancia del conocimiento de Cristo “por medio de nosotros.”

La palabra de Dios es poderosa en todas partes y es poderosa en todas las personas. Miremos primero la dirección de esta fragancia – “para Dios somos grato olor de Cristo (15a). Un ministerio efectivo es uno que primero emite un olor placentero “para Dios.” Luego notemos la descripción de este olor – es “olor de Cristo.” Como el perfume que nos ponemos llena el ambiente a nuestro alrededor (ver Jn. 12:3), así nuestro ministerio tiene que esparcir el olor de Cristo. No son los resultados de nuestro ministerio sino el ministerio el que es importante, como lo discutimos en la Parte I de esta publicación. Si emitimos el olor de Cristo, eso le agrada a Dios, sea cual sea su efecto. Nuestra tarea es manifestar a Cristo a todos, tanto a “los que se salvan” y a los “que se pierden (2:15b).

La respuesta de aquellos que escuchan es asunto de Dios. Nuestra responsabilidad es ser “el olor de Cristo” para todas las personas. Así como el incienso de las antiguas procesiones militares inundaba tanto a los conquistadores (para quien era un grato olor de victoria), como a los cautivos (para quienes era una señal de muerte inminente), así el evangelio es predicado por los siervos de Dios (aquellos que disfrutan a Cristo) tanto a los que lo recibirán, como a los que lo rechazarán.

Para aquellos “que se pierden” somos “olor de muerte para muerte” (2:16a). Así como el incienso de la procesión era un amargo recordatorio de muerte para los cautivos, así para aquellos que rechazan el evangelio su proclamación es una advertencia de muerte eterna. Se convierte en la ocasión de condena por su propia elección. Así, para ellos el evangelio es su sentencia de muerte, un aroma que condena, una fumarola nociva (ver 4:10-12). Pero, para “ los que se salvan” somos “olor de vida para vida” (2:16b). Tal como el olor del incienso procesional es un dulce recordatorio del triunfo de los vencedores, así para aquellos que creen al evangelio es la buena noticia de la vida eterna (Jn. 3:36). Para ellos, el evangelio es la fuente de vida – un “olor” que da vida – que se Vuelve efectivo en el corazón y la consciencia del que escucha, quien por medio de éste recibe vida nueva. Para ellos, el predicador trae el olor de vida en Cristo.

Nuestro ministerio es predicar el evangelio de Cristo. Sea este aceptado, en cuyo caso es dador de vida, o sea rechazado, en cuyo caso es mortífero.

Recuerden nuestra tesis: Dios ministra a través de aquellos cuya confianza está en él. Pero, las perspectivas del ministerio son intimidantes, ¿no es verdad? Es por eso que Pablo pregunta: “y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (2:16c). ¿Quién está equipado y es competente? ¿Cómo puedo ser tal mensajero? Pregunta Pablo. ¿De dónde viene mi habilidad, mi confianza? La respuesta es esta: podemos estar confiados en el ministerio cuando seguimos la dirección de Dios (2:14-16). Además…

2. Podemos estar confiados en el ministerio cuando confiamos en la provisión de Dios (2:17-3:6). Podemos estar confiados en el ministerio cuando confiamos en la provisión de Dios porque él provee los resultados para aquellos que son verdaderos (2:17-3:4). Los ministros falsos confían en su propia habilidad. Creen que su capacidad está en ellos mismos, pero son un fraude, engañadores, que “medran falsificando la palabra de Dios (2:17a). Ellos desvalorizan y degradan el mensaje al diluirlo, como mercaderes deshonestos que se benefician de vender productos de mala calidad. Solo buscan su propia ganancia falsificando su mercadería religiosa, hacienda del ministerio una mercancía para ganancia personal. Ellos se enmascaran bajo el nombre y la pretensión del cristianismo, pero sus intenciones son otras. Son inescrupulosos, sin importarles lo que está en juego. Se aprovecha del débil, del pobre y del ingenuo. Solo están interesados en hacer una venta, no en ganar un alma. Son completamente inconscientes de cualquier insuficiencia para la tarea. El ministerio para ellos es un negocio.

Los falsos ministros confían en su propia habilidad, pero los verdaderos ministros confían en la suficiencia de Dios. A pesar de sus propias fallas y deficiencias, ellos actúan “con sinceridad(2:17b), hablan con motivaciones puras, sin mezclar falsas filosofías. Su palabra puede ser creída. Ellos modelan la verdad. No corrompen la verdad, al tiempo que hacen que se vea que son honestos y verdaderos. Están “como de parte de Dios (2:17c). Hablan como aquellos cuya autoridad es de Dios y llevan a cabo el ministerio “delante de Dios” (2:17d), conscientes de su inspección, a plena vista, humildes, auto sacrificados, no por ganancia personal sino por conversiones espirituales. Sus ministerios están ante el escrutinio de Dios. Sus motivaciones son puras ya que al final deben rendir cuentas de sí mismos a Dios. Su ministerio es “en Cristo (2:17e), en comunión con Cristo como miembros de su cuerpo, activados por su Espíritu, por eso es que “¿quién es suficiente?” – el que tiene motivaciones puras, es fiel, calificado para la responsabilidad, uno que no corrompe la Palabra ni la usa como medio de ganancia personal.

A los ministros verdaderos del evangelio, Dios les da resultados verdaderos en el ministerio (3:1-4) – no ganancias materiales, sino conversiones espirituales, no convertidos religiosos ganados por seguir la ley, sino que son “carta de Cristo” (3:3), aquellos cuya vida testifica la sinceridad del ministerio y la obra de Dios por medio de su Espíritu.

Podemos estar confiados en el ministerio cuando confiamos en la provisión de Dios porque él provee los resultados a aquellos que son verdaderos, y Podemos confiar en el ministerio cuando confiamos en la provisión de Dios porque él provee los recursos para aquellos que se sienten inadecuados (3:4-6). Pablo tenía todas las razones para tener auto confianza. Los creyentes de Corinto fueron sus credenciales. Ellos eran una carta de Cristo escrita con el Espíritu del Dios viviente. Pero, de hecho, su confianza no estaba en sí mismo. Afirmaba que “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios (3:4). Su confianza era que Dios lo había llamado para ser un ministro capaz, apropiado del evangelio. Su confianza no estaba dirigida a sí mismo sino “para con Dios”, una confianza que pasaría la inspección de Dios.

Aquellos que son adecuados para el ministerio sienten que son totalmente inadecuados. Ellos piensan: “no que seamos competentes por nosotros mismos” (3:5a). La confianza en sí mismo se caracteriza por el orgullo, la arrogancia, la indiferencia, el desdén, pero la confianza en Dios se caracteriza por la mansedumbre, la longanimidad, humildad. Pablo no era la Fuente de su propia suficiencia, habilidad, o idoneidad. . Él no tenía una opinión inflada de sí mismo. De hecho, él se sentía vacío y débil, totalmente consciente de su propia fragilidad y finitud. ¿Por eso él preguntaba, “quién es suficiente?” (2:16). Bien, él responde. Aquellos que son suficientes para el ministerio saben que su “competencia viene de Dios (3:5b). Solo Dios hace a sus siervos competentes para llevar a cabo las tareas asignadas a ellos. Nuestra idoneidad para el ministerio viene de Dios (sea el conocimiento, la devoción, o los dones). No es auto adquirida ni auto sustentable. Dios es autosuficiente, nosotros somos dependientes – No soy nada, pero Dios en mí es todo (cf. 1 Cor. 15:10).

Dios nos hace aptos para el ministerio. Él nos llama y nos equipa como “ministros(3:6a), una posición para la cual nos hace capaces, adecuados, y calificados. Esta es la raíz de nuestra idoneidad – Dios mismo. Él nos llama como ministros del “nuevo pacto (3:6b), no nuevo en el sentido de un judaísmo renovado, sino un nuevo capítulo en el trato de Dios con la humanidad. Él nos ha llamado como ministros del “espíritu (3:6c) no ministros “de la letra (la Ley), …porque la letra mata” (nunca se pretendió que la ley diera vida, sino que nos mostrara nuestra pecaminosidad y culpa ante Dios, para conducirnos a la seguridad en Cristo) “pero el espíritu (de Dios) vivifica” (3:6d) a aquellos que son lavados y regenerados, que son salvos por su preciosa sangre.

Recuerda: Dios ministra a través de aquellos que tienen su confianza en él. Nuestra confianza en el ministerio viene de Dios porque su liderazgo siempre es exitoso y su palabra siempre es poderosa. En tanto le sigamos (su Palabra, su Espíritu, sus dones, su dirección) podremos tener gran confianza en el ministerio porque él provee el resultado para aquellos que son verdaderos y él provee la habilidad para aquellos que se sienten incapaces. Por mí mismo no soy nada, pero a través de Cristo “todo lo puedo” ( Fil. 4:13). Las fórmulas elaboradas no son la respuesta, las fabricaciones ostentosas no funcionan, las presentaciones innovadoras no impresionan a nadie. El único ministerio efectivo es el que es realizado a través del poder del Espíritu Santo: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zac. 4:6).

¿Dónde está tu confianza para el ministerio? ¿Está en ti mismo? ¿En tus habilidades? ¿En tu programa?, ¿En tus recursos financieros? ¿En el lujoso edificio de tu iglesia? O ¿está solo en Dios?

Desde el momento en que Dios paró a Pablo en el camino a Damasco, lo salvó, le impartió el Espíritu Santo, lo llamó para ser un apóstol, y lo apartó para el ministerio como “ instrumento escogido” (Hch 9:15), Pablo nunca tuvo ninguna duda sobre de dónde venía su confianza, su fuerza, y el éxito en su ministerio. Que Dios hubiera puesto su mano sobre él y lo hubiera encomendado de esta manera especial nunca dejó de ser una fuente de asombro y gratitud para el Apóstol (1 Tim. 1:12).

¿Esparces el grato olor a Cristo? En tu ministerio, ¿afectas a todos alrededor de ti con el evangelio, que para algunos será la fragancia de vida y para otros la fragancia de Muerte? ¿La dulzura de Cristo permea tu persona, tus actitudes, relaciones, decisiones, acciones, y palabras?

IV. Boceto de Sermón

En la última edición del Diario Del Pastor en la RED comencé a publicar las siguientes series en el evangelio de Juan llamadas, “Los Siete Diálogos Significativos de Jesús.” La última vez publiqué el boceto del sermón para Juan 3:1-8, siendo este la parte 1 del diálogo significativo de Jesús con Nicodemo. En esta edición completaré la parte 2ª del diálogo significativo de Jesús con Nicodemo.

Juan 3:9-21, el Diálogo Significativo de Jesús con Nicodemo, Parte 2.

Asunto: Entrando al reino de Dios

Punto #1: ¿De dónde viene este concepto del nuevo nacimiento? (3:9-13)

1. El concepto del nuevo nacimiento es revelación divina (3:10)

2. La revelación divina ha sido rechazada (3:11-12)

3. La revelación divina solo procede de Dios (3:13)

Punto #2: ¿Cómo es posible el nuevo nacimiento? (3:14-21)

1. El nuevo Nacimiento es posible porque Cristo fue levantado para morir (3:14-15)

a) Él fue levantado para morir como sacrificio por el pecado (3:14)

b) Él fue levantado para morir como el objeto de fe (3:15)

2. El nuevo Nacimiento es posible porque Dios amó al mundo (3:16)

3. El nuevo Nacimiento es posible porque Dios envió a su Hijo (3:17-21)

a) Él envió a su Hijo para salvarnos de la condenación (3:17-18)

b) Él envió a su Hijo para traer luz a nuestra oscuridad (3:19-21)

Related Topics: Pastors

Report Inappropriate Ad